La balsa de Caronte

La balsa de Caronte
José Benlliure. La barca de Caronte (1919). Valencia, Museo de Bellas Artes

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Inesperado

Justamente en el momento en que estoy siendo devorado por el tiempo y la memoria de los hombres.

Escucho una voz que me llama, una voz que cada vez que la escucho, grito, lloro y rió ¿porque? No lo sé, pero me doy cuenta que esta acompañada de una sombra que cada instante que pasa va tomando forma.

Desearía poder huir de ese lugar o quizás saltar hacia ella y devorarla cual si fuera mi presa… pero mis piernas no responden, entonces me resigno y la enfrento.

Solo veo correr hacia mi una sombra con tanta furia  que pienso que estoy perdido, pienso que cuando está llegue acabara por destruirme, por desvanecerme en el tiempo. Pero mientras maquilo todo esto en mi mente abro los ojos y me doy cuenta que esta frente a mi y solo escucho mi corazón, pero ya no solo es el mío sino también el de aquella sombra.


De pronto una lagrima  resbala por mi mejilla y la sombra extiende la mano, alzo la vista y entonces…

Inevitable soledad

Las sombras opacan mi corazón,
aquel que en tiempos lejanos se encontraba lleno de gozo.
Ahora la alegría escapa de mí en forma de ensordecedores y aterradores gritos.
En mi, solo queda desesperanza y locura.

Tumbado a la orilla del tiempo, mis ojos se llenan de infinitos recuerdos que aterrorizan y enloquecen mi alma, recuerdo… recuerdo la vida de un enano místico, pero solo son recuerdos, recuerdos vagos y lejanos.

Sentado a la orilla del abismo, las sombras me abrazan y carcomen.
Después de todo lloro. Lloro mil lagrimas que resbalan por los mares de mis ojos.


Y el abismo me traga a través del tiempo y el espacio como si jamás hubiese existido. 

Barbarie

Tratando de conseguir el exterminio
 del mal en el mundo,
un grupo de dulces damas
 danza alrededor de un árbol viejo,
entonando tétricos cantos
ellas ríen, gritan y lloran
mientras el pueblo entero
Presencia el acto divino

El árbol es feo y viejo
Jamás ha brotado de él una flor bella,
De éste, solo brotan gusanos e infinitas plagas
Su piel lleva los fantasmas del pueblo,
 Fantasmas que ahora ya no importan.

Ahora el comienzo del fin,
 Acercan una luz calida hacia el árbol,
 Este inmóvil y tranquilo
Contempla su muerte,
 Y entonces todo comienza…
 Y los fantasmas  se transforman
 En una  oscura y monstruosa nube
 Que se eleva  al cielo
Para avisar que el mandato se ha cumplido

Entonces el árbol cae y se quiebra en mil pedazos
 Las lágrimas comienzan a brotar,
 Por la ausencia de los fantasmas,
 Ahora ya no hay recuerdos
Solo quedan cenizas…


sábado, 7 de septiembre de 2013

Renacimiento

Comparto uno de mis trabajos, porque no solo las palabras dicen algo o generan sensaciones y sentimientos...